BERESHIT – בראשית

Bereshit 1:1-6:8
Haftará: Isaías 42:5-43:11
Brit Jadasha: Juan 1:1-5

En el principio creó Elohim los cielos y la tierra… La pregunta más inquietante que el hombre se hace en cuanto a su existencia es:  ¿quién soy y dónde estoy?
Hubo un principio enmarcado en la manifestación concreta de D-os, y desde su inicio afloraron todos los otros componentes del Universo.
Hoy día discutimos planteos que oponen la ciencia con la Escritura, cuando algún avance de la ciencia se refleja en algún versículo bíblico se suele escuchar, “si la Biblia ya lo decía…”
Las Escrituras no son un compendio de ciencias ni de secciones de geografía, geología, historia, o ciencias sociales, sino un porqué y un para qué.
Cuando Adonai decide crear al hombre se cita a sí mismo en plural: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”.  De estas palabras han surgido planteos teológicos del porqué del plural usado por D-os al referirse a sí mismo.  Respetando cada una de esas teorías, queda un sentido llano y simple: “Adonai comparte su imagen y semejanza”.
Tanto es esto, que al séptimo día, o ciclo, o espacio de tiempo, es inmediatamente posterior a la creación del hombre, y la mujer, y este séptimo día es el descanso pleno.
En el infinito e inescrutable sentido de Amor Divino, el hombre fue creado porque el Creador quiere compartir su esencia.  Por eso somos su imagen y semejanza.
Dentro de su esencia, el brillar continuo de su ser es nuestro descanso, el fin de nuestros esfuerzos, el para qué somos.
Cuenta el Midrash (exégesis judía) que en el primer Erev Shabat (vísperas de Shabat) Adam y Java pecaron desobedeciendo el único mandamiento divino:  “no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal”
Adonai le prometió a Adam y Java estar en el Gan Eden (Jardín del Edén) este primer Shabat y luego dejarlos salir.  Adam tenía la cualidad de estar en el Olam Haba (mundo por venir) y el Olam Haze (Mundo actual), y su castigo fue perder el Olam Haba a tal punto que solo a partir del trabajo en el Olam Haze, podría volver al Gan Eden.  Adam marcó el destino de todas las generaciones futuras, hasta que el Redentor de la creación viniera, el Mashiaj.  Así, la muerte espiritual sería vencida y la vida completa volvería a ser poseída por el hombre.  Este rasgo de vida espiritual, distingue al que ha sido unido al Mashiaj  (Mesías) mediante el Ruaj Hakodesh (Espíritu Santo).
Porqué y para qué, dos preguntas que tienen dos respuestas: a causa de Adonai y por la obra redentora de Yeshua HaMashiaj (Jesús el Mesías).