Behar

Tora: Vaikra (Levítico) 25:1-26:2
Haftara: Irmiahu 32:6-27
Meshijei Ketuvim (escritos mesiánicos) Lucas 4:16-21

Muchas veces he leído que la tierra es como el corazón de los hombres, donde el que lleva un mensaje deposita una semilla y que esta puede o no dar su fruto. Claro, Yeshua HaMashiaj nos dejó uno de sus midrashim, hablando en estos términos. Justamente, en esta parasha, se nos habla de sembrar y trabajar la tierra y en el séptimo año dejarla descansar, siendo el producto de la misma para la subsistencia propia y de los pobres y extranjeros.

Sea como sea, tarde o temprano, sea la tierra o sea el corazón del hombre, todo dependerá de la Abundancia Divina, y esta traerá junto con el fruto la maleza, ya que al dejar crecer tanto

los frutos como el no trabajar esa misma tierra, crecerá lo uno y lo otro. La mentira, la falta de sinceridad, la competencia, el no hacerse cargo de sí mismo, estará rodeando a la sinceridad, el trabajo en conjunto desinteresado, el respeto y el amor, todos en el mismo campo, en la mismatierra, pujando por mostrarse. Sabiendo que es así, el tzadik debe saber mirar, porque cuando llega el Iovel , jubileo , a los cincuenta años, todo vuelve a su origen, el rasha, malo, y el tzadik, justo, cada uno vuelve a su lugar original, y HaShem nos vuelve a dar más y mejores cosechas.

En ese séptimo año, cuanto más dejas de ser, cuanto más ves crecer la maleza y más confías en la Justicia Divina, entonces verás que otra dualidad florece: muere lentamente y nacerás lentamente, porque de vanidad y orgullo personal, de poder egoísta y vacío de amor, de mentira y doble rostro lleno de hipocresía, el mundo se jacta, pero de silencio, servicio, aprendizaje y humildad el mundo es pobre y carente, y allí se haya la llave del Reino al que solo ingresa el tzadik,justo,  y del que el rasha , malo, solo anhela y habla como si fuera una ilusión de la cual no puede gustar.

Con inmenso amor
Iosef Shemi
Rabino